jueves, 19 de abril de 2012

Formación Cofrade: en la devoción a la Sangre de Cristo pudo estar el origen de muchas Cofradías


La Sangre, la Preciosa Sangre de Cristo fué, Junto a la Cruz, otro de los grandes motivos de devoción durante los siglos bajomedievales. Devoción a la Sangre de Cristo ya afirmada en el Nuevo Testamento: "Bebed todos, que ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados" (Mt 26,28) lo que se repite en otros textos similares como 1 Cor 11,25; Ef 1,4; Col 1,15; Heb 9,14. Pero, especialmente, el texto de Jn 19,32-34: "Fueron los soldados y le quebraron las piernas primero a un crucificado y luego al otro; pero al llegar a Jesús viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, en cambio, un soldado le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua". Nos hallamos ante un milagro que revela, al mismo tiempo, la realidad del sacrificio y la divinidad de Jesús.
El verdadero paso hacia la contemplación de la Sangre de Cristo, como de toda su humanidad se produce desde san Francisco de Asís en adelante, a lo largo de los siglos XIV y XV.
Su influencia en las manifestaciones artísticas es muy considerable. La tipología gira en torno al Crucificado de cuyas llagas mana abundante sangre recogida por ángeles. A finales del siglo XV, por toda España se esculpía o pintaba el Cristo de la Sangre, como el de la famosa Capilla Dorada de la catedral nueva de Salamanca (1513-1525), que mana sangre de sus cinco llagas y es recogida en cálices sostenidos por cuatro ángeles, o los de Sevilla: el primitivo Crucificado que se encontraba en el Hospital de la Sangre de Triana; el Cristo de la Sangre de la actual cofradía de San Benito; o el Cristo de la extinguida cofradía de los Clavos en cuya imagen salían unos hilos rojos de cada una de las llagas que se unían en las de los pies, símbolo de la Sangre derramada, que la Magdalena recogía en un cáliz.

La influencia de la Sangre o del Cristo de la Sangre fue muy grande en la iconografía cristiana de finales del siglo XV y siglo XVI.
No cabe la menor duda de que la devoción a la Sangre de Cristo es la que produjo el cambio de la devoción de la Verdadera Cruz gloriosa a la Verdadera Cruz pasionaria donde Cristo había sufrido su Pasión, de manera que la mayoría de las cofradías de la Santa Vera Cruz y sus Crucificados, tan extendidas durante el siglo XVI, aparecen como cofradías de la Santa Vera Cruz y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
Otras devociones similares, también difundidas durante los siglos XIII al XV, y muy entroncadas con la de la Sangre, influyeron en la aparición de las cofradías de Semana Santa o de Pasión. Se trata de las devociones, que no podemos más que indicar, de las Cinco Llagas, de los Clavos, de la Corona de Espinas, de la Santa Faz que Cristo dejara grabada en el paño con que lo secó una mujer cuando caminaba hacia el Calvario y las caídas, las que sufrió Cristo a la largo de toda su Pasión, o las que en particular sufrió cuando cargaba con su Cruz camino del Calvario.